Retiro y aislamiento

Los problemas de salud, las dificultades de su vida privada, los problemas legales relacionados con el pleito de La Solana y los fracasos políticos hacen que, en 1906, completamente desencantado y abatido,  abandone definitivamente la política activa y se retire a Graus. Aislado (salvo alguna aparición pública ocasional pero siempre con gran impacto social) y gravemente enfermo, Costa, a partir de 1906, sólo hará una nueva aparición pública con motivo de su pronunciamiento contrario al proyecto de Ley antiterrorista promovida por Maura en 1908.

El Costa final es un hombre derrotado, cuya decadencia y ruina las convierte en metáfora de la decadencia y ruina de España. Su relato es una sucesión de frustraciones: "Soy una ruina psicológica tanto como fisiológica y no se puede contar ya conmigo para nada..., lo mismo ¿ay! que España; lo mismo que el partido republicano...".

En 1900, siendo la figura señera de la Unión Nacional, resume Costa su biografía al director inglés de la Review of Reviews: "Empecé a vivir cuando España había llegado al límite de su decadencia. Llegué a la madurez mental en días en que esa decadencia degeneró en catástrofe. Yo había estudiado la historia de mi país y el choque de lo aprendido con lo que vivía, arrancó de mi pensamiento truenos de ira e indignación. Este es el resumen de mi vida. Ya ve usted que tiene poca importancia."

Y él mismo hace un balance de su atormentada vida: "He consumido todas las reservas que poseía (ya mermadas por la herencia) y la labor forzada de los libros y las adversidades y los despojos; desde el despojo de la cátedra, que me ha impuesto tantos combates, tantas tribulaciones, etcétera, para ganar la comida (insuficiente y agotadora también) hasta el despojo de La Solana, por caciques, jueces , curas, obispo!... en subir, en hacer apellido; cuando lo he hecho era viejo y estaba agotado. [...] He vivido en una perpetua ansiedad. Todo me ha huido... [...] Tomé mal la embocadura de la vida: es ya tarde para enderezarla... Hace mucho tiempo que comencé a ser un irredimible (ya cuando me hicieron académico)...".

Pero ese gran fracasado, como se le llamó en una ocasión, dejó un legado intelectual extraordinario en los más diversos campos del saber y las duras condiciones de su existencia resaltan la grandeza de su ingente obra, de sus escritos y de su actividad pública. Resaltan el valor de una biografía marcada por la fuerza de la voluntad, por su capacidad de trabajo y de sacrificio, por su generosidad, por su espíritu libre, por su inconformismo, por su honestidad y profundo patriotismo. Sirvan estas líneas para invitar a la lectura de Costa, para que deje de ser el "gran desconocido", especialmente entre las generaciones jóvenes.